
El #fragordelagua es una colección de relatos ambientada aquí, donde vivo, donde la despoblación
retumba y el abandono de la vida de campo, de la vida en las masadas,
es ya un hecho que no volverá atrás. El autor escribe letra tras
letra la melancolía del pasado. Describe la tristeza de como los
personajes, un día agarrados a la tierra, deben cambiar su camino
por la posguerra rural, por el miedo a las leyes absurdas, por la
muerte. Habla de la pobreza del campo, concepto que me niego a asumir
desde siempre, por que para mí el que tiene tierra y puede
trabajarla, tiene la riqueza del fruto, del mejor alimento. Yo cambié
asfalto por bancales, me enamoré del #maestrazgo y su #belleza, de
sus #manantiales y acequias llenas de agua y vida. Yo parí aquí
presente y futuro y, si me preguntas de dónde soy, no sabría que
decir pero si sé de donde me siento. Yo, nosotros, amamos la vida en
el masico, ensuciándonos las manos con tierra mojada, disfrutando
del sol en la espalda y del aire, ese cierzo a veces cortante, en la
cara. Nosotros vemos vecinos que envejecen, jóvenes que se van, y
casas que se pierden, pero que plantamos raíces y construimos
cobijo.
La tónica general es
decir que aquí no hay trabajo. Y, es verdad, que no hay muchos
puestos de trabajo remunerado con moneda, pero hay trabajo. Hay
trabajo digno, agricultura.
Y ves los campos yermos y la aliaga que
coloniza el terreno. Y mientras leo los relatos de José Giménez
Corbatón, la tristeza me invade con sus palabras, por que el futuro
rural es incierto. Por que somos pocos los que luchamos contra
corriente, y al final el caudal llevará a mis hijos a estudiar
lejos, a curar heridas en capitales de provincia, a abandonar este
entorno natural cada vez más salvaje, del placer de lo real y más
humano.
La vida de pueblo a mi me
ha calado.
Salir a jugar a la calle sin peligro, sentarse al sol a
partir almendras. Que alguien te deje acelgas en la puerta o te
regale melocotones. A mi la vida de pueblo me gusta. Aprecio el
silencio del invierno, el cruzar los buenos días con vecinos,
sonreír al anciano, saludar a los niños. Y aunque la despoblación
ensombrece la belleza de este pueblo, los valientes, los convencidos,
los que queremos sostener el mundo desde el campo, seguiremos
alegrando a visitantes y turistas que se acercan para descubrir
templarios, iglesias y lavaderos medievales. Seguiremos viviendo en
la #Españavaciada y llenando las calles de tantos pueblos olvidados.
Soy #neorural y te invito
al cambio.
#Teruelexiste
#Teruelreexiste
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